Típico día, ruedas en tu bicicleta, por una avenida angosta y congestionada. Hay un montón de autos estacionados a la derecha, dejando solo un angosto carril disponible. Cómo lo marca la ley, si no hay alternativa, tomas el centro del mismo para ser visible y evitar alguien de los autos estacionados te golpee al abrir la puerta sin fijarse, pudiendo provocar un accidente mortal.
Miras que no venga ningún vehículo, tomas el centro y aceleras a unos 35 km/h, la MTB y tus piernas no dan para más. Piensas, ya casi llego a mi desvío, pensando que casi sprinteando no molestaras a los automóvilistas que vengan detrás. Error.
De pronto oyes un ruidoso motor de una camioneta, que hace aún más ruido por el conductor que te presiona para que lo dejes pasar. Temiendo por tu vida, te frenas, orillas y lo dejas seguir. Retomando tu camino un momento después, más despacio pues vez que no te respetan el esfuerzo.
Algunos cientos de metros adelante, el tráfico está detenido, por una fila de 60 autos o más tras un semáforo. El conductor que te aventó el carro, está a la mitad, desesperado y frustrado, pasas a su lado, le dices bye de manera burlona, pues sabes que entre este tráfico jamás te alcanzará. Cortas por una gasolinera también congestionada y sigues por una ruta alterna más despejada. Al irte pedaleando mientras ríes, un claxon "mentador" se oye a lo lejos, mientras te alejas, a la velocidad ideal para la ciudad, la velocidad de una bicicleta.
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